PREGUNTAS
Indago el porqué de las heridas,
que producen en el ocaso de la amistad
las astillas desgajadas del corazón,
el porqué de las retinas humedecidas
que resbalan de piel, de ojos,
de risa mantenida en arco de musculación,
el porqué como pregunta siempre constante
de no saber la motivación del destierro,
de la sangrante cúpula que nos separa.
Quisiera no tener preguntas que tejerle al viento,
solamente la tarde con su abrazo de sombras
uniéndonos en acólitos cuchillos,
acercándonos de sienes
para cicatrizar nuestros cuerpos,
y amanecer de nuevo derramados
en el rincón de esperanza que compartimos.
Pero a pesar de retirarse el velo
que cubre la amenaza de las manos,
a pesar de estar predispuesto a la concordia,
no puedo o no sé promover este sentimiento,
que me muerde de nieve y me sepulta
con las miradas de ceniza de los días sagrados.
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