Te lo digo a ti Mario,
porque hay muertes que recorro cuando sueño,
te lo digo antes de ahorcarme las manos
y romper la caligrafía de los ojos.
Antes de que la aurora traiga su relincho de furia
y destroce los indicios del suicidio.
Te agradezco las sensaciones de estar vivo,
y te digo desde esta carcasa de huesos
que las mareas atraviesan mis ojos
cuando tu disparo les alcanza
en mitad de las sienes.
Tu perfil de estratega ungido de ternura,
me reconoce en la soledad
que puebla la infinita sucesión de los días,
nómadas viajamos
por el espacio de lo imposible
y nos abruma la libertad
que pierden las palabras al escribirlas.
Te lo digo desde el grito que puebla mis manos,
hermano de mi espalda de piedra.
Que no se nos duerma la voz, ni el corazón, ni la vida,
en esta tentativa de ser hombres que asumimos.
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