Siento como la lluvia penetra empapando los corazones y apaga los cirios que gimen sin quererlo lágrimas de cera, gotean los sentidos en un compás de tristeza mansamente contenida, la plaza es un solitario charco reflejo de mudéjares alturas donde La Dolorosa Madre no encontrará a su Hijo caminando hacia el Calvario.
Los parches guardan un tenso silencio, solo las baquetas de la lluvia tocan sobre su piel la marcha de las soledades, el redoble de un miércoles de pasión y de congoja, los pies desandan la ruta de las profundas orillas.
La lluvia sumerge a la noche apagando las estrellas y no suenan las matracas cruzando el Puente de Piedra.
La luna alumbra la plaza y llora la piedra barroca salitre de sus heridas mientras las campanas callan, es noche de despedidas.
El cielo se conmueve con el recogimiento de compartir silencios…y llora…
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